BREVE ANALISIS - AVALON
UNA ALEGORÍA FÍLMICA SOBRE
LOS ENTRESIJOS DEL ALMA Y EL HUMANO RELATIVO
Era el año 2001 y apareció dentro del panorama
cinematográfico de aquel entonces una incursión del Japonés Mamoru Oshii en los terrenos de la
acción en vivo –cuya co-produccion fue en Polonia-, una cinta de ciencia
ficción única llamada “Avalon”. Su
importancia radicaba en que anteriormente Oshii era reconocido por su impecable
carrera como animador, en magníficos clásicos anime como “Ghost in the Shell” y su estupenda secuela “Innocence”. Aunque este cambio no evito que el siguiera explorando
los alcances filosóficos y antropológicos de la realidad simulada. Semejanzas pueden encontrarse en otras obras del
calibre de “ExistenZ”, dirigida por David Cronenberg, “Dark
City” de Alex Proyas, o en la
serie animada “Serial experiment Lain”, creada por Chiaki Konaka.
El relato nos sitúa en un “futuro cercano”, donde la
juventud desilusionada de un entorno desolado y opresivo, es adicta a un juego
virtual ilegal denominado Avalon, una
especie de RPG bélico, tal como los videojuegos actuales.
Nuestra protagonista es una chica llamada Ash, quien en la simulación es una
guerrera solitaria de “clase A” y no trabaja en equipo por un turbulento suceso
pasado. Desea subir al máximo nivel, por lo que persigue a una entidad nombrada
“fantasma” que se localiza en la
última fase del juego, la cual podría ser un defecto de programación (Bug), o
un usuario secreto que podría eliminarla sin poder desconectarse, corriendo el
riesgo de quedar en estado vegetal como los demás “olvidados” que jamás salieron de Avalon.
Luego de verla, tenemos una visión sobre el culto
tecnológico nada complaciente, aunque –siendo una paradoja- no llega a
percibirse ominosa en su aparente empaque cyberpunk. El contexto distópico
plasmado posee una atmosfera aséptica y solitaria –que por momentos me recuerda
a los universos de Andréi Tarkovski- de una serenidad casi lúgubre en absorbentes lapsos contemplativos; tal
efecto profundo sirve como vehículo para ahondar en la intimidad de una
ensimismada Ash y su aversión hacia los demás, olvidándonos de la parafernalia
del género con sus tópicos. A diferencia de Occidente, que evoca terror
paranoico de la sustitución del elemento humano por lo digital y su deterioro,
el enfoque oriental de su director hace énfasis en la expansión ontológica
mediante la tecnología. Refleja ese temor cauteloso por la máquina que es vista
como una manifestación y extensión del potencial humano, en lugar de un instrumento
de sumisión. Tal orientación es desarrollada parcialmente en un lenguaje
metafórico bien articulado.
No posee un mensaje concreto, es una experiencia sensorial
que transmite la siguiente idea: Hay
fenómenos que trascienden cierto entendimiento por lo que se les debe abordar
con respeto, pues nuestro interior plagado de limitaciones morales y
debilidades éticas o emocionales, seria afectado hasta dejarlo en el limbo,
retornando a su disposición de contenedor. Aplicable a los “olvidados” del
film obviamente.
Iniciando el film se establece la desesperada necesidad de
evasión virtual de acuerdo al canon del género, e incluso surgen apuntes tanto ideológicos
como religiosos breves de supuesto corte autoritario, sin embargo se deja a un
lado alusiones idolatras y represivas típicas, para dar lugar al mencionado enfoque personal a una
protagonista cuya condición va más allá del tormento culposo por la adicción. Una
estoica Ash -representando la prudencia nipona en su mirada directa y silente
proceder- no busca re-configurar una personalidad, solo reafirma su identidad
mientras pone a prueba sus habilidades recorriendo esta fantasía subjetiva, indagando
durante la dispersión de su psique (alma). Ve su perdida pasada –la muerte de
un miembro del antiguo equipo al que pertenecía- más como un escollo catalizador
que una carga agobiante, aun así debe confrontarla. Gradualmente se sumerge en
el trayecto psicológico –con secuencias logradas- hacia el alcance supremo de
lo implícito e inefable; en otras palabras siente ese propósito intrínseco que
proyecta en la figura del “fantasma”, sin la certeza de ello.
El conjunto finalmente ofrece una vía metafísica que jamas impone respuestas, te lleva de la mano para generar la necesidad de
replantear tu camino. Lo único definitivo es la ambigüedad de la
existencia.
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