ESPECIAL - PI (EL ORDEN DEL CAOS) - CRITICA



Guion y Dirección: Darren Aronofsky
País: EE.UU
Género: Thriller
Año: 1998

El matemático Maximilian Cohen, un tipo reservado, paranoico y afectado mas que por fuertes migrañas, cree que toda la naturaleza puede ser representada, e inclusive comprendida mediante números y persigue descifrar el modelo de la bolsa de valores a través de cálculos y propios programas en su computadora; luego encuentra inspiración en la Tora, gracias a un grupo de "místicos" judíos. Agrega datos consiguiendo unas pocas predicciones impresas, aunque a costa de fundir el equipo debido a un error de software, apareciendo una serie numérica de 216 dígitos. Descubre luego que tal resultado  es sumamente valioso y codiciado.

Si tuviera una analogía a la cual apelar para sintetizar este film, sería la de una olla de agua con vegetales hirviendo hasta la ebullición, en donde tales alimentos se deformaran hasta volverse añicos dispuestos a la levedad. Eso es lo que le pasa a nuestro protagonista que posee serios trastornos psicológicos, me atrevería a decir que es una exageración correcta de la esquizofrenia.



Podríamos aplicar hechos freudianos sobre Max, al desplazar sus instintos de descarga  y capacidad de interacción por medio de abstracciones perceptivas del intelecto (las matemáticas), hacia una autodestrucción inconsciente al reprimir hacia lo más hondo. Privándose de motivaciones que le permita al yo, moldear su identidad sin inhibiciones en ausencia de una burbuja ideológica. Las ensoñaciones son, en una ya disociada psique, síntomas de ahogo que advierten la inminente desintegración.

Max cohibido, con cargas ambivalentes entre deterioro e instinto sexual, se vuelven psicosomáticas al no poder exteriorizar sus inefables sentimientos y deseos, que devienen en la culpa o al temor connotado en la flagelación onírica. Obsesión, paranoia, evasión, junto a un malestar psicótico son manifestaciones tenues en una consciencia que tardíamente encuentra balance.



Lo anterior se representa e interpreta de manera mordaz, con un lenguaje fílmico bastante logrado y sobrecargado de simbolismos internos, dando una retorica dispuesta a la subjetividad del espectador, sin manipularlo en una narrativa ágil. Cámara en personaje y planos con alto contraste fotográfico al mejor estilo del expresionismo alemán, son algunos de sus ingredientes bien cocinados para brindarnos un sabor intenso y desconcertante.

Es constante en  las historias de Aronofsky, que las fisuras emocionales  opriman azarosamente al carácter y que estas surjan abruptamente en la distorsión obsesiva de su espacio.  Como ya lo hiciera en ‘Réquiem por un sueño’, ‘La fuente de la vida’ o la más reciente ‘El cisne negro’, bastante floja comparada con esta. Tal vez podría recalcar dos cosas, el clímax que lo sentí algo apresurado y la falta de nexo en una escena.

En conclusión, una experiencia pertinente con diáfana penetración a un atormentado ser; guardando semejanzas Kafkianas muy obvias y señas de autor bastante particulares.

Por: OSCAR CABRERA





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