BEAUTIFUL LOSERS (2008) - ARTICULO
En estos días he estado muy nostálgico, y por ello quiero compartir una reseña especial que hice originalmente para el portal web LAAAO (La astilla en el Ojo) en el 2016. Trata sobre un interesante documental que explora las nociones de lo que conocemos y comprendemos como arte.
Muchas gracias por su apoyo y preferencia. Cuídense mucho.
En
mis cavilaciones sobre el arte, y además porque mis últimos visionados fílmicos
carecían de interés para escribir sobre ellos, quise revisitar un documental esencial
para mí como acercamiento hacia la -tan lejana ya- pureza de la expresión
artística y conocer creadores tan peculiares como extraordinarios. Consigue
mostrar de forma accesible y amena fragmentos de sus exuberantes mundos. Vamos
al grano.
La
cinta dirigida por Aaron Rose y Joshua Leonard, exhibe la obra y
carrera en auge de varios artistas del movimiento Do it yourself (hágalo usted mismo) que surge en 1990. Toda una
manifestación contracultural y de estilo en el arte urbano que apela al skateboarding, el mural o al graffiti, aderezado
con tonadas underground, fueran rock
indie, punk o hip hop.
De
allí destacan para mi nombres como Margaret
Kilgallen, Thomas Campbell, Barry McGee, Jo Jackson, Shepard Fairey, Steven
“Espo” Powers o Ed Templeton, entre otros; incluso figuran directores primordiales en mi cinefilia, Harmony Korine y Mike Mills. Del
primero en serio necesitan ver Julien Donkey Boy como
introducción a un contundente cine, y el segundo con Thumbsucker o Beginners, muestra en verdad una mirada humana única.
Siempre
trabajaban para ellos mismos con cualquier elemento o experiencia de lo que
conocían, luego vino el reconocimiento formal del circuito de galerías o también
el éxito comercial en diseños publicitarios y encargos para corporaciones. Por
supuesto existen sentimientos encontrados y a su vez la reafirmación de
convicciones en algunos, tanto al agradecer como renegar de su incursión
capitalista. Retornaron a sus orígenes y continúan fieles a su ideal, autoproducción
sin esperar la voluntad de otros.
Una
subcultura contra el sistema que con sarcasmo y un claro humor gris reflejaban
esa incertidumbre, decepción, o quizás rabia, en ocasiones, frente a la vida; aunque sin retorica elaborada, sino desde la expresión más intima, sencilla y
directa posible. Son las voces de aquellos marginados cuya locura tal vez sea lo
único coherente dentro del pueril y absurdo torbellino de la existencia. Y esos
procesos estéticos cumplen al plasmar e hilvanar ese sin sentido vital con mundos
propios totalmente universales, en prácticas analogías o metáforas honestas y palpables
sobre lo cotidiano, muy críticos frente al sopor diario. Crudo, a veces naif,
pero potente como verdadero arte popular.
En
este caleidoscopio frenético de visiones –bien contadas por su correcto y
dinámico montaje- comprendes a cada individuo y que desea transmitir, implícito
o explicito. Su obra habla per se, algo raro en el panorama actual del arte. Pues
una cosa es transgresión al estremecer con los rincones más sinceros del alma y
otra es presentar objetos sin intervención real como falsa innovación y
lucrarse con la irrisoria subjetividad condicionada por el consumo del mal arte contemporáneo.
En
mi experiencia con los entornos alternativos, los “nerds”, “geeks” o “Freaks”
son de los pocos seres que pueden ser ellos mismos –por muy obvio que suene- en
sus angustias y alegrías, compartiendo sus ideas, sentimientos o sueños mediante
una ética firme sin una moralidad trivial. Soy uno de ellos.
Esto
no es una mera reseña, he aquí otro de mis arrebatos románticos hacia lo que me
gusta y creo realmente que es el arte: culto a la personalidad.
La
película capta con precisión la explosión creativa de unas contadas mentes que
lograron salir de la incubadora domestica suburbana con sus paradigmas, y
confrontar la ambigua realidad. Un manifiesto contra la conformidad.
Durante
el metraje de buen pulso, aparece el ya conocido debate sobre que tanto obtiene
o pierde la obra cuando da el salto de lo clandestino a la repercusión
mediática y corporativa. Te preguntas qué tanto es genuino ese reconocimiento,
o cómo afecta a la integridad del mensaje o idea social que pretende. Saquen
sus propias conclusiones, aunque les aseguro que no descuida detalles.
Algo
aprendí de Bob Ross –que ironía nombrarlo aquí- es no temerle a los accidentes
felices; entonces yo les digo, abracemos estos accidentes extraordinarios.
¿Qué
rayos queda cuando lo efímero y lo trascendente se entremezclan? Al final verás
que se queda contigo.
Por OSCAR CABRERA
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