FOR SAMA (2019) - ARTICULO
For Sama es quizá el largometraje documental más sincero, honesto y contundente que
he visto en esta temporada, y un motivo para intentar escribir luego de un
bloqueo difícil. Siendo un registro cercano de lo humano que traspasa la
pantalla, aquella pared protectora, distante o confortable entre el espectador
y lo filmado que nos convierte en testigos realmente activos, sintiendo las
alegrías y penas de sus protagonistas, algo que el documental formal, e incluso
algunas piezas de ficción, pocas veces consigue.
La obra es producida,
filmada y narrada por la periodista Waad Al-Kateab, también dirigida por ella
junto a Edward Watts, mostrando lo sucedido durante la guerra civil en la ciudad
siria de Alepo entre los años 2012 y 2016, aunque desde la mirada y la cotidianidad
de su autora mientras intenta sobrevivir acompañada de su marido Hamza y su
pequeña hija Sama.
Seguimos a Waad
desde su naciente militancia contra la dictadura de Bashar al Asad, e idealista adolescencia como estudiante de
marketing en la universidad de Alepo, hasta su turbulenta adultez en tiempos de
guerra. Por ello decide grabar con su cámara todo lo que acontece en el conflicto, además de hablar con las víctimas y escucharlas realmente. En su labor conoce y se enamora de un hombre tan determinado como ella, Hamza,
un médico que dirige uno de los pocos hospitales funcionales –que ellos mismos
montaron con ínfimos recursos junto a sus compañeros de rebelión- en una ciudad destruida y con incontables
muertos. De la fuerte unión, devenida en matrimonio, nace Sama, una hermosa bebé
y extraordinario milagro que Waad decide proteger a toda costa. Ahora por las difíciles
circunstancias, la pareja debe tomar una decisión: irse de allí y salvar a toda
la familia, o encontrar la manera de protegerse si deciden quedarse y ayudar
más tiempo a las víctimas de los bombardeos del régimen contra una oposición que
representaba los ideales de libertad que ellos profesan.
Una pieza que mezcla lo íntimo y lo político en una sensible reflexión centrada en
los flagelos externos e internos por el ambiente bélico.
Un poderoso registro
que refleja, en medio de la desolación, la faceta esperanzadora de la condición
humana en la voluntad de una mujer abierta en su intimidad, que reconoce la
responsabilidad de sus elecciones, fueran las correctas o no. Comprometida con
su causa y consciente de lo que ella es, de su ética, sus motivaciones y
errores de los que aprende. Una profesional y madre de férrea identidad, cuyos
dilemas entre ansiedades, incertidumbres, dudas, como también virtudes y coraje
podemos comprender, aunque nos duela el transcurrir con ella contemplando la
oscuridad –incluso a plena luz del día- de una Alepo devastada. Admirando absortos
e impotentes su genuino valor en la ardua lucha por visibilizar el conflicto,
haciendo lo correcto, a la vez que debe velar sabiamente por la protección de lo
que la motiva, una maravillosa bebé y un marido que la apoya, el cual también se arriesga haciendo
lo necesario para preservar lo esencial en medio de la zona de batalla. Ambos impulsados
por una moral sólida y profunda.
Además de
conmover visceralmente con lo filmado y exaltar la determinación del ser, el
documental genera una urgente advertencia acerca de la apatía e indiferencia
ante esta y cualquier otra tragedia similar, pues cada día demostramos ser incapaces
de considerar al otro, haciendo poco, o nada, para salir de la burbuja confortable
del ego endeble. Por lo tanto, nos invita a una introspección honesta,
aceptando lo que debemos cambiar y recordarnos, de la manera más directa, que
el amor encontrado de la real cavilación interior, tan desinteresado como
propio, es el impulso para intentar, en verdad, mirar, escuchar y acompañar como
puedas a quienes enfrentan lo innombrable en la adversidad. Dispuestos a
reactivar una empatía duradera, en lugar de la efímera de nuestra actualidad.
Waad, a la par de la observación a su núcleo familiar, se acerca no solo
física, sino emocionalmente a quienes la rodean. Escuchando a unas almas
afectadas por la hecatombe con interés y preocupación. En ocasiones le es difícil contener lo estremecida que pueda sentirse, pero continua firme e imparcial al hablar, más que
entrevistar, con los afligidos familiares de pacientes graves o de otros que han
muerto en la mesa de operaciones del hospital, luego de que Hamza y su grupo de
médicos hicieran todo lo posible por salvarlos. Un todo captado por una lente tan
involucrada como veraz al mostrar las consecuencias no solo colectivas, sino
psíquicas de ese caos, sin paliativos ni malicia alguna. Diferenciándose del
trabajo de otros documentalistas que filman los cuerpos o la sangre desde el
morbo de la imagen fácil y escarnecedora, aquella surgida del efectismo
sensacionalista de la porno-miseria pura y dura.
For Sama, de
acuerdo a lo descrito, es una pieza de documentación depurada de lenguaje bien
encaminado, y capaz de manejar simultáneamente sus matices íntimos, políticos y
sociales con destreza y sutileza, sin transiciones bruscas. Logrando en su
cuidado montaje dar ritmo, coherencia y armonía a las intuitivas tomas de Waad,
resultado de, quizás, horas de archivo en video. Moldeando un alegato
sustentado en contra de una moralidad contaminada e hipócrita, resultado de la
manipulación ideológica de un gobierno autoritario e indolente. Creando el
panorama en el que unos pocos ejercen poder e imponen lo que
creen justo. Un proceder habitual, por desgracia, no solo en Alepo y su
contienda, sino en todo encuentro bélico en el que se involucre algún gobierno local corrupto, e inclusive en donde haya intervención extranjera, por ejemplo, la Estadounidense en otras lejanas tierras asoladas, o en el continuo traqueteo de las ametralladoras en Colombia,
cuyos diligentes ven en la muerte un negocio.
Un extraordinario
trabajo que logra el balance digno entre una mirada ecuánime de la guerra y la meditación personal de su autora, plasmando su percepción y la de aquellos que
ha grabado, dándoles una voz tan necesaria y que no debe ser olvidada.
Por OSCAR ALEJANDRO CABRERA
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