ESPECIAL - BEACH RATS/CIRCULO BOGOTANO DE CRÍTICOS Y COMENTARISTAS DE CINE
Quiero compartir en esta ocasión queridos cinefilos un escrito especial para CBCine sobre la mas reciente película de Eliza Hittman, Beach Rats.
Espero sea de su agrado y muchas gracias por su preferencia.
Link articulo: http://www.cbcine.org/beach-rats-la-inevitable-deriva-del-ser/
Espero sea de su agrado y muchas gracias por su preferencia.
Link articulo: http://www.cbcine.org/beach-rats-la-inevitable-deriva-del-ser/
LA
INEVITABLE DERIVA DEL SER
Frankie deambula
sin rumbo por Gerritsen Beach, un barrio de Brooklyn, cargando a cuestas una
vida compleja y un interior difuso. Por ello reparte su tiempo entre una banda
de amigos, las drogas, una joven que podría convertirse en su pareja y
encuentros sexuales con hombres mayores que contacta por chat, mas lo mantiene
en secreto. Durante su trayecto surgirán preguntas que jamás se había hecho y
otras que ha ignorado siempre, sin embargo en el medio donde vive, la certeza
no es una opción.
La presión
social y emocional para actuar acorde a lo que se espera de nosotros, nos puede
consumir de manera inconsciente por el autoengaño y su seductor confort.
Después de todo, el miedo más profundo, resultado de una herida inefable y
antigua, refuerza la endeble mascara de una personalidad impuesta por un
ambiente hostil, e impide el brote de la real identidad que resulta de la
sincera introspección.
Eso es lo
que en esencia ofrece la realizadora Eliza Hittman mediante el honesto retrato
de un desdibujado ser agobiado por sus dilemas o contradicciones, que tan solo
puede brindar una simulación de sí mismo a los demás. Explorando en el cuidado
metraje, la incertidumbre vital de un Frankie incapaz de comprender, o confrontar,
sus reales sentimientos, pensamientos y deseos. Sin más opción que ocultarse e
intentar amoldarse a las circunstancias dejándose llevar, eso sí, albergando
una culpa latente en cada una de sus acciones y decisiones con desoladoras
consecuencias.
Todo bajo
una mirada sobria y cotidiana que transmite genuina intimidad, aunque incómoda
y a su vez lacerante. Estableciendo inclusive paralelismos con las formas,
atmosferas y criaturas en el cine de Andrea Arnold, por lo que Beach Rats podría encajar en los
universos de Fish Tank o American Honey, cuyos personajes también
pasean inmersos en su propia deriva existencial.
Con esa
cercanía, es natural identificarnos con este individuo que tan solo desea quitarse
un peso, ser él y querer a otro hombre sin fingir. Sin embargo vive rodeado por
una asfixiante y normalizada masculinidad toxica; siendo obligado a parecer “un
macho de barrio” ante su banda y así habitar en la despiadada jungla de
asfalto, además de forzar encuentros con el sexo opuesto solo para mantener tal
ardid.
Una zozobra
continua que también traslada a su familia, a la que teme causar dolor si
revela su homosexualidad, sobre todo cuando su padre recién ha fallecido por el
cáncer y como no sabe comunicarse ni asimila el impacto sensible del suceso, se
va distanciando cada vez mas de su madre tan comprensiva como receptiva y de una
hermana que pasa por sus propios cambios físicos y anímicos. Recordando que la
calle es más de hechos que palabras, por lo que debes callar y reprimir.
En otras
palabras, Frankie no confía en su tenue yo, y aun si intentara decir algo a
aquellos que estima sobre lo que percibe o piensa, se cohíbe justamente por la
exclusión y la soledad. Solo al tener sexo con hombres, sin estar seguro aun de
lo que le gusta, se relaja y puede mostrarse; tiene dudas, pero las puede
transmitir a alguien más, y sin pronunciar palabra alguna, genera una cómplice
empatía breve, erótica y exquisita. Son destellos de honestidad realmente
conmovedores, por desgracia envueltos en una desgarradora melancolía.
Un torrente
de sensaciones y oscilaciones del alma que reciben un minucioso tratamiento
digno dentro de este relato sutil y repleto de matices nada complaciente; donde
la cámara se mueve y fluye con el latir disperso de su ambiguo protagonista,
quien nos guía gradualmente hacia un desenlace de punzante nostalgia y sin
atisbos próximos de esperanza. Sencillamente, condición humana en su estado más
puro.
Al final, a
diferencia de Frankie, quizá podemos mirarnos en verdad y replantear el cómo de
nuestra vida, o por el contrario… ¿es inevitable caer en el bucle?
Por Oscar Cabrera
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