PARK CHAN-WOOK: TRES EXTENSIONES MÁS EN SU TURBIA MIRADA DEL SER - ARTICULO




Park Chan-wook conoce a profundidad los artilugios del efectismo fílmico. Sabe componer escenas y generar sensaciones legítimas mediante imágenes realmente poderosas; tan cuidadas que en ocasiones nos desorienta y olvidamos lo relatado. Consigue insinuar y sacudir; se adentra en los recovecos mas sórdidos del comportamiento, aunque lo hace con elegante sutileza y un minucioso manejo del tiempo narrativo, gracias a su articulada escritura. Los trucos no se revelan a grandes rasgos en sus retorcidas historias, la mayoría de las veces.

El director sur-coreano emplea singulares formas de narrar y deconstruye la tragedia clásica, por ejemplo en su trilogía de la venganza (Oldboy, Sympathy for Mr and Miss Vengeance); pero siempre con la máxima de encontrar el balance con su prolija estética cuando hilvana las situaciones, personajes y propósitos en pos de la verosimilitud. 

Ahora, y teniendo en cuenta su buen quehacer, deseo compartir unas piezas de su filmografia poco mencionadas, que si bien tienen sus inconvenientes como toda obra, poseen significativos destellos de su autoría. 


Thirst



Un compasivo sacerdote, suele estar atormentado por las dudas en su interior ante la agonía del entorno que lo rodea. Aun así desea salvar vidas, y por ello decide participar en un proyecto en África para encontrar la vacuna contra un virus mortal. Sin embargo contrae tal enfermedad y justo antes de morir recibe una transfusión; por supuesto se recupera, pero al pasar los días siente un apetito creciente de sangre. Enfrenta entonces un azaroso debate entre buscar una alternativa, o sucumbir a la sed. 

Cautiva por la frescura de su propuesta, e incluso estremece lo requerido, pero el efectismo es patente con descaro y perjudica parcialmente la inmersión al surgir eventos o cambios arbitrarios. Mostrando a un director dispuesto a sacrificar retazos de coherencia a favor de momentos no tan exquisitos y menos sobrecogedores sobre la condición del protagonista y sus acertados dilemas. Ni que decir del tono, con el humor negro, el terror y el drama en una dispersa distribución. 

La figura del sacerdote vampiro es tan suculenta, que en medio de los cuestionables atajos argumentales está bien plasmada. La hipocresía religiosa, la obsesión, la culpa, la pasión nociva, la soledad y la identidad en crisis por la fe, se exploran a plenitud. Al final por su desigual atención a la trama, jamas concreta ideas y se enfoca en secuencias prescindibles. El potencial trascendente se disuelve. En otras palabras, no fluye totalmente y retoma fuerza brevemente en ciertas áreas conseguidas, pero olvidables por una infructuosa suspensión de la incredulidad; que en el genero fantástico es un crimen. 


Stoker



India Stoker pierde a su padre Richard en extrañas circunstancias, justo en el día que cumple dieciocho años y quedando sola con su madre, la cual no goza de estabilidad emocional. 

En el funeral aparece un sujeto llamado Charlie, quien dice ser hermanos de su padre, argumentando que ha viajado muchos años alrededor del mundo. Por lo tanto el decide quedarse en la casa de ellas; no obstante India sospecha del individuo, cuyos secretos pueden turbar su ya frágil existencia. 

Primera incursión del realizador en terreno norteamericano, donde imprime ciertas señas de su estilo para sacar adelante un guion endeble y elemental con relativo éxito. Creando planos de exhaustiva planificación -habitual en él- que permiten sumergirnos en su atmósfera y disimular sus carencias. Desaprovechando la potencial exploración por la difusa linea entre la maldad inefable y el trastorno psicológico frente a la represión y la manipulación, eso sí, ligados a los sexual. Es casi una versión dócil de las perversiones frecuentes en su obra. 

Mantiene en vigilia al espectador mediante una acertada construcción del suspenso, con inevitables alusiones a Hitchcock. El antecedente, la anticipación y el cumplimiento se dilatan tan solo lo necesario; por lo menos así pasamos de alto algunos diálogos soporíferos. Sin embargo no se posiciona mas allá de un ejercicio sobresaliente de pulso narrativo, pues sus personajes apenas están delineados, con ínfimas oportunidades de moldear trasfondos decentes. La sustancia es insulsa, mas la forma es ejemplar en concretas pinceladas simbólicas, quizás demasiado cercanas. 

Por lo anterior, sus grandes virtudes son la dirección y las interpretaciones actorales, que trabajan con lo pobremente escrito al transmitir una constante ansiedad hacia unos "giros" algo previsibles, pero dignos. Solo un hombre con el vasto lenguaje de Park presenta algo tan logrado de una fuente convencional. 


I am a Cyborg, but That´s ok



Una joven llamada Cha Young-goon trabaja en una fabrica de radios, y en una normal jornada laboral se corta la muñeca; se interpreta como un intento de suicidio, por lo que es internada en un instituto psiquiátrico. Lo particular del acto es que no quería terminar con su vida, sino conectar un cable al área flagelada, pues ella se cree un cyborg, e inclusive en su delirio afirma alimentarse solo con baterías; nunca prueba bocado de alimento alguno. 

Durante el deterioro por su esquizofrenia, descubriremos el germen del mismo en su difícil pasado, que involucra a su madre y demás acontecimientos que la han cohibido frente a lo denominado vida. 

Park Chan-wook deja un rato el sobrecogimiento de su filmografia previa, para indagar en los terrenos de otra clase de sensibilidad, una que puede conmover, pero sin recaer en el burdo y artificial sentimentalismo. Olvídense de contemplar un mero comercial de la emoción. 

Exhibe un paquete estilizado muy colorido y meticuloso, a veces arraigado en los códigos del cómic o del anime, aunque con una cuidada disección a cierta apatía por las imposiciones sociales y su repercusión en aquellos seres alienados por su delicada alma -mas allá de la etiqueta del trastorno- al no encajar en los cánones de un corroído y agobiante trayecto vital contemporáneo. 

Aunque se perciba más compasivo en su mirada, Park no interviene demasiado en sus personajes, jamas los juzga, pero les da un tratamiento y desarrollo correctos, sin importar lo estrambótico del contexto. Así logra proyectar una parábola creíble sobre la búsqueda personal desde la juventud, enmarcada en un surrealismo onírico repleto de matices o connotaciones. Remite en ocasiones a las ejecuciones de Terry Gilliam, puesto que en un aparente empaque vistoso, aborda temas o situaciones densas, complejas y maduras dentro de su acabado. 

Puede ser muy dinámica en su progresión, sin embargo sabe detenerse y desenvolver alguna escena contenida entre gestos, percepciones o diálogos que evocan sincera y honesta intimidad. A la vez que nunca descuida la exposición y cavilación en los pliegues de su protagonista, tan exuberante como entrañable. 

En un primer vistazo, la estructura general parece algo irregular por sus tiempos muertos y secuencias de acelerada resolución, pero realmente desvela una muy personal y meditada cohesión que funciona. Sencillamente, memorable. 

Admiro mucho cuando un autor sale de su zona de confort, y en este caso tenemos una muestra de genuina versatilidad. 


¿En que quedamos?

Como buen cinefilo, pues también escribió critica de cine en su etapa temprana, Park emplea su bagaje a consciencia y a su manera.

Por encima de su marca y texturas visuales, tiene algo que decir sobre los claroscuros o ambigüedades humanas; con cintas propensas al nihilismo que confrontan al publico sin paliativos, y a pesar de ello, les da opciones de supervivencia a las criaturas de sus hostiles universos, consecuentes consigo mismas. Después de todo toman decisiones, pero similar a la vida misma, no siempre es lo esperado. 



Por
Oscar Cabrera








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