CULTO FÍLMICO - LOVE & POP - ANÁLISIS ESPECIAL




Con frecuencia ciertos animadores dan el salto a la imagen real al dirigir largometrajes. En el caso occidental tenemos casos recientes como Brad Bird, realizador de Los increíbles y El gigante de hierro con Misión imposible: Protocolo fantasma o Andrew Stanton, responsable de Buscando a Nemo y Wall-e en John Carter. Son productos con mayor o menor fortuna frente a la crítica o taquilla, reflejando un enfoque netamente comercial, aunque hay excepciones como Ralph Bakshi por ejemplo, cuyas constantes temáticas han sido plasmadas de manera efectiva con mayores ambiciones artísticas y narrativas.

En oriente, concretamente en Japón, algunos celebres nombres del universo anime han planteado acercamientos más intensos, reflexivos, e incluso trascendentes; sus personajes y la interacción emocional con el entorno o la confrontación de sus dilemas internos priman a veces sobre el entretenimiento. Piezas destacables son Avalon de Mamoru Oshii, creador de Ghost in the Shell o El Huevo del Angel, y por supuesto la presente cinta que compartiré con ustedes, Amor y Pop de 1998, la opera prima de Hideaki Anno. Una singular crónica del adolescente nipón.

El relato nos sitúa en Tokio con cuatro chicas de bachillerato muy unidas y entre ellas esta Hiromi, nuestra protagonista. Se dedican luego de la escuela al Enjo Kosai o Citas retribuidas, son encuentros donde algunos hombres de negocios de mediana o más edad pagan por la compañía de estas adolescentes, sea tan solo para pasar tiempo y charlar, u ocasionalmente según la voluntad de la chica su jornada concluye en favores sexuales.

Hiromi en el transcurso de su “labor” y por ciertas circunstancias personales, es consciente de que todo cambia a su alrededor, pues sus amigas parecen tener claridad en lo que desean para sus vidas y la suya carece de alguna dirección. Mientras busca el sentido, se aferra aún más al pasado e intenta soterrar sus vacíos cuando atraviesa a fondo el perturbador mundo en que se mueve. ¿Sera que podrá salir de esta turbia práctica y aun así conservar algo de sí misma?




Anno es conocido mundialmente como la cabeza detrás de la sorprendente serie Neon Genesis Evangelion y además fue co-fundador de los estudios Gainax, cuya filosofía reside en satisfacer a los fans, pero esa es otra anécdota. Sin embargo él cuenta con la libertad para explorar en su obra animada ciertos temas antropológicos, místicos u ontológicos, e incluso íntimos en sus variantes sobre la condición humana, enmarcados en la ciencia-ficción en el caso de Evangelion.

Era cuestión de tiempo entonces que su autor pudiera imprimir esos elementos que le dan curiosidad a la acción viva y abordarlos en una forma fílmica contundente. El auto-descubrimiento, la búsqueda del valor propio y del propósito vital, la reafirmación frustrada de la identidad junto al flagelo de habitar en un ambiente enajenado, la crisis del núcleo familiar o la depresión han sido sus inquietudes –las cuales algunas el mismo ha experimentado- y las desglosa en este sobrecogedor “drama” concreto mediante unos seres agobiados, que solo tienen sus anhelos para continuar en una sociedad apática propensa a la excesiva estima material o al consumo dentro de un sistema moral quizás distorsionado. Pero el contenido social nunca es el eje y a pesar de que la narrativa es independiente al desenvolverse, propicia la reflexión.




Su director decide presentar a las muchachas sin las convenciones del lenguaje, transgrede con la imagen en pos de la expresión; ahonda y transmite sus ideas en una visión tan sagaz como franca.

Múltiples cámaras digitales en gran angular, subjetivas, planos en todos los ángulos y lugares posibles, un dinámico montaje con superposiciones agradables y juegos con el formato de la pantalla son las herramientas para sumergirnos en su psicología, características y motivaciones, a la vez que le exige total actividad al espectador. Nos hace participes de lo que acontezca, dando por momentos una sensación casi voyerista en su visionado. El conjunto ofrece una aproximación importante al estado emocional de Hiromi y compañía.




Esta alteración visual podría representar la aberración ética antes mencionada del Tokio de Hideaki, dispone inclusive de lapsos metafóricos para la deriva de Hiromi durante su escabrosa odisea. Obtiene su lección sin juicios y los sentimientos surgen de manera natural, nunca llega a ser complaciente y preserva una esencia casi existencialista. Es profunda sin empalagar, se concentra en mostrar lo que desea libre de pretensiones. Diría que presenta cierto ascetismo fugaz entre esos momentos malsanos, dignos de Todd Solondz y sus espacios.

A pesar de su peculiar estructura -con segmentos que me remiten al Harmony Korine más sereno-, es dinámica pero inteligente, posee una singular cohesión y coherencia bajo sus normas. En verdad te compenetras con el compañerismo y la lealtad de las jóvenes, no obstante existe ambigüedad en la línea entre el apego y la real amistad. Te importa lo que les suceda, generando una tensión e incomodidad continua en las situaciones con los extraños clientes del servicio. El particular lente de Anno no solo capta la oscuridad, la banalidad o la decadencia, acompaña a las chicas con relativa compasión en las decisiones tomadas y sus efectos en su lucha por sobresalir.

Esta película es una declaración que conmueve y deslumbra al hablar sobre precisos problemas del Japón moderno, que la mayoría prefiere soslayar. Nada diferente a otras naciones y sus propios inconvenientes.

Hoy en día podrá verse como una curiosidad, pero en su momento fue renovadora para el panorama cinematográfico y tal ejercicio lleno de vigor es el incentivo apropiado hacia una experimentación aguda al contar historias. Sorprende que resulte correcta, fluida y amena, cada escena aporta algo y tanto los diálogos como las interacciones son accesibles. Olvídense de los tiempos muertos.




En definitiva, su realizador comienza con el pie derecho. No deja de ser una interesante propuesta y si bien no resulta de fácil digestión para todos, es posible apreciarla. Más adelante tendría la oportunidad de orquestar una hilarante superproducción y sacar su lado más friki adaptando a Cutie Honey, el célebre personaje de Go Nagai –el creador de Mazinger Z-, mostrando su versatilidad, y de hecho ahora trabaja en los largometrajes remake de su icónica Evangelion. Por lo tanto, aún mantiene su característico sello de calidad y si en un futuro hace otra cinta, con gusto la estaré esperando.

Por OSCAR CABRERA


PRIMERA PARTE DE LA PELÍCULA




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