THE WORLD'S END - CRITICA
Director:
Edgar Wright
Guion: Simon Pegg y Edgar Wright
Género: Ciencia Ficción/Comedia
País: Reino Unido
Año: 2013
En principio tenemos un sencillo relato sobre cinco amigos
de la adolescencia que se reencuentran en el presente e intentar culminar unos
de sus viejos propósitos, recorrer todos los bares o “pubs” de su pueblo natal
en una especie de “maratón alcohólico” hasta llegar a la gran meta, el lugar
llamado “The World´s End”. No obstante el grupo -sobre todo su “líder” Gary, un
tipo de mediana edad que nunca superó su pasado- percibe que nada es como
antes y que ciertas fuerzas intergalácticas han poseído a la comunidad, entonces se involucran en una frenética lucha para salvar a la humanidad del
apocalipsis, mientras ellos confrontan sus declives personales.
Ha regresado el equipo británico soñado de frikis, compuesto
del director Edgar Wright y los actores –mejores amigos en la realidad- Simon Pegg
y Nick frost, para contar una nueva historia que da una particular de la
ciencia-ficcion y sus códigos. Crearon juntos universos hilarantes y
genialmente construidos como “Shaun of the dead” y “Hot fuzz”, que son cintas orientadas
hacia cierto público y el cual podrá captar en mayor o menor medida las
referencias literarias, fílmicas, musicales e incluso lanzar también ciertos
apuntes críticos de la condición humana. Sin embargo en su ejecución permite parcialmente
llegar a otros espectadores que buscan entretenimiento, sin jamás subestimar
como otros productos etiquetados de comedia.
Tengamos en cuenta que nada está establecido para generar
risa, es mera subjetividad. La película que nos ocupa, junto a las anteriores,
son extraordinarios ejemplos de una correcta y aguda estructura de guion con un
desarrollo envidiable, respetando los tiempos de la comedia –lo único
afirmativo y formal del acto- sino que plasma un genuino progreso en sus
personajes –cada uno tiene su instante para sobresalir y ser relevante-, con sus
virtudes y tragedias esenciales en la efectividad de los gags. Posee momentos
emocionales muy logrados, pero dosificados al evitar el desbalance sin importar
el fantástico o surreal de su contexto, una invasión alienígena bastante creativa.
Los engranes están tan bien puestos, que en cierta parte de la trama los
sucesos conllevan a un ambiente de supervivencia distopica, y a pesar de
parecer una situación densa, todavía conserva el humor indicado sin perjudicar la
dignidad o compasión que puedan inspirar unos protagonistas cuya identidad o ética están bien fundamentadas, siendo muy cercanos en carisma para preocuparnos
por su bienestar mediante el estrambótico peligro.
Otro de sus méritos es mantener el tono correcto mientras el
relato avanza. Empieza de forma tan cotidiana e inglesa con el reencuentro de
los cinco sujetos para tomar unas cervezas en un Pub –lugar recurrente en las
otras películas de Wright- y se trasforma paulatinamente en el desternillante
pandemónium mencionado. Además se nos deja pistas para conjeturar los extraños
comportamientos de los demás habitantes del pueblo, percibiéndose verosímil
dentro de sus propias reglas.
Aunque su ritmo sea contante, hace necesarias pausas en
ciertas interacciones que aportan datos precisos en unos diálogos dinámicos
tanto naturales como articulados en los contrapunteos con acertados golpes de
humor, apelando incluso a la paradoja intencional sobre todo en la resolución final. Por
supuesto, no puede faltar su cuota de gags visuales, pero no al nivel de las
otras cintas al carecer un poco de ese impacto inicial, están algo
desaprovechadas. Aquí debían ser aún más intensas y grandes, recordemos que Pegg
y Frost patearon traseros de zombies e inclusive repartieron casquillos de bala
igual o mejor que en los absurdos productos de Michael Bay, añadiendo veladas
señas afables del Spaguetti Western.
Un recomendable retorno que posee ese depurado, peculiar y
frentico lenguaje de su director, con ese montaje pensado e impetuoso hacia sus
impuestos límites. Curiosamente es una propuesta algo convencional en comparación
al anterior trabajo de Wright “Scott Pilgrim contra el mundo”, cuando realizaba
un ejercicio de metalenguaje imprimiendo en la narrativa cinematográfica la estética
y los códigos del videojuego o las onomatopeyas del cómic.
Por lo tanto se ha completado satisfactoriamente la
denominada, “La trilogía Cornetto”, donde cada film corresponde a un sabor del famoso
cono de helado. Una divertida referencia a la trilogía fílmica de Kielowski “Azul,
Blanco y Rojo” que nació por una escena de Hot Fuzz.
Buen análisis.
ResponderBorrarComo película de ciencia ficción, cumple su papel. Visualmente es maravillosa, y sí… tiene un final esperable, pero no por eso menos emocionante.
Simon Pegg se roba cada escena, y su bromance con Nick Frost tiene momentos memorables.
Quizás no tenga siempre el ritmo adecuado y no sea lo que habría esperado. No es mejor que las dos anteriores entregas pero vale la pena.
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¡Saludos!