CLÁSICO - LA ESTRATEGIA DEL CARACOL - CRITICA



Dirección: Sergio Cabrera
Guion: Humberto Dorado, Ramón Jimeno y Sergio Cabrera
Género: Comedia dramática
País: Colombia
Año: 1993

Serán desalojados los inquilinos de ‘La casa Uribe’, una antigua edificación con potencial económico para el Dr. Holguín, un sujeto adinerado que la reclama. Sus habitantes logran prolongar el desahucio gracias a las trabas legales que pone un hábil abogado de apellido Romero, y por supuesto, a las radicales ideas de un hombre mayor con inclinación anarquista llamado Jacinto. Ambos, junto a los singulares ocupantes del hogar, planean una ingeniosa estrategia para proteger su escaso patrimonio además de preservar algo esencial, su dignidad.  

Haciendo un recuento de algunas entregas del cine nacional, algunos adeptos cinéfilos tal vez descubran que su catalogo de personajes no posee suficiente carisma, una ética inamovible, o señas de identidad para ser entrañables. Ahora, abordando esta propuesta de Sergio Cabrera -que en mi opinión se ha mostrado siempre como un director solvente- nos preguntamos por qué jamás se le da alusión a los particulares individuos en el universo del film. Me lleva por ello a exaltar el trabajo actoral como pilar fundamental de la cinta, cuyas interpretaciones están maravillosamente construidas con motivaciones concretas; apreciando personas mas allá de la verosimilitud fílmica que permite adentrarnos cándidamente en sus instantes íntimos de acuerdo a nuestra disposición emocional e ideológica como espectadores. Haciendo viable nuestra identificación hacia una afinidad compasiva rara vez vista sin apelar al gastado paradigma melodramático.

Lo anterior mencionado repercute positivamente en un ritmo narrativo constante, con escenas determinantes por la intensidad de los intérpretes y su relevancia total durante el devenir de los acontecimientos. La historia es sencilla pero se agradece lo bien pensada, hilvanada y desarrollada que está, consiguiendo transmitir esa calidez humana carente de casi toda orientación moral efectista.

No puedo develar el mensaje crucial, pero comentare lo sobrio de su lenguaje por un montaje óptimo y conciso, abonando un trabajo de cámara pulcro que no deja nada al azar y acompañando a un narrador intradiégetico más que jovial. Sin embargo en el desenlace queda sobrando –relativamente- un diálogo en off que arrebata la impresión del encuadre usado.

Concluyendo, Cabrera dirige sólidamente un afable relato sustentado en actuaciones inspiradas, como las de Frank Ramírez o Vicky Hernández. 

Por OSCAR CABRERA











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