EL VUELO (FLIGHT) - CRITICA




Dirección: Robert Zemeckis
Guion: John Gatins
Genero: Drama
Año: 2012
País: Estados Unidos


Whip Whitaker es piloto de aviación con antecedentes de alcohol y drogas, por ello tendrá un día tempestuoso para trabajar. Su vuelo no demora en presentar turbulencias muy violentas, cuando súbitamente aparecen extraños fallos mecánicos que probaran sus habilidades de maniobra. Sorprendentemente logra aterrizar con la mayoría de los pasajeros vivos, no obstante surgen preguntas sobre el suceso cuestionando su lucidez, hasta el punto de lidiar con la carga interior que lo flagela.

Paso demasiado tiempo, a mi parecer, desde la última vez que Zemeckis nos cautivara en historias increíbles, como reírse de la vida después de morir o las estrambóticas consecuencias de viajar por el tiempo; dedicándose recientemente a crear animación con resultados dispares. Ha regresado a la acción en vivo recargado, aunque mesurado en sus pretensiones.

Los efectismos del lenguaje son latentes, pero están bien llevados en una narrativa constante al  relatar una redención nada forzada de esta alma desolada. La necesidad de evadir sus problemas se plasma en forma natural.

Hay un considerable balance entre el drama con diálogos concisos e inclusive significativos y los instantes graciosos para la progresión de los personajes, incluso dilemas éticos, o confrontaciones espirituales con ironía apaciguada. Sin embargo la renovación del protagonista se siente en lapsos rutinaria por lo convencional de su tratamiento, aun así funciona sin deslumbrar. Levantándose la cinta en la lucha contra las tribulaciones e insinuaciones sobre la fe sin epifanías, sin perder verosimilitud en un guion solido y funcional. Las situaciones e interacciones te recuerdan por momentos al trabajo del maestro espiritual de su realizador, Steven Spielberg.

La secuencia del accidente es brillante en su montaje y trabajo sonoro, creando real conmoción al espectador. Ciertas escenas resonaron en mi inconsciente cinéfilo, trayendo a colación la labor vibrante de Martin Scorsese por el uso de la música con valor expresivo. Es decir, extradiegesis culminante en planos bien logrados y un estilo que aquí no perdurara mucho en la retentiva, tal vez al carecer de un sustento simbólico, o sentimental más solido.

Las interpretaciones actorales están construidas óptimamente, algunas desaprovechadas por la excesiva pero necesaria exposición del meollo argumental, hasta Denzel Washington como principal sale afectado levemente al sentirse limitado por las circunstancias fílmicas; ahí es donde encuentra contrapeso en la chica encarnada por Kelly Reilly, que se esfuerza por salir de sus adicciones y sirviendo  como complemento ideal. Ambos cimentan herramientas emocionales para manejarse en el contexto sin manipulaciones melodramáticas, apelando anteriormente a estas su director en ‘Forest Gump’. Ella firme y una cadena de eventos enfatizara el autoengaño que lo enfrentara con su miseria personal.

Agradezco el apropiado ritmo que involucra, sin hacer la experiencia inolvidable. Espero que Robert vaya recuperándose paulatinamente para mejorar aun más, después de tan agradable retorno. 

Por OSCAR CABRERA 


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