AMOUR - CRITICA



Guion y Dirección: Michael Haneke
País: Austria/Francia/Alemania
Genero: Drama
Año: 2012

Georges y Anne son una pareja de músicos retirados que se dedicaban a la enseñanza. Una tarde amena ellos desayunaban conversando sobre un concierto al cual asistieron la noche anterior, de repente Anne no reacciona, mirando al vacío. Después de un episodio catatónico se somete a una operación que presenta complicaciones, dejándola con Hemiplejia derecha. Georges debe hacer todo lo que pueda para cuidarla, mientras la salud de su mujer se deteriora cada vez mas.

Michael Haneke ha sido el único realizador hasta la fecha que me hace decir el siguiente oxímoron: Serenidad inquietante. Diría que es mi etiqueta personal para sus sobrecogedores retratos o "autopsias", que exponen actitudes humanas nefastas y viscerales, carentes de algún tónico moral apaciguador.

A diferencia de sus anteriores trabajos, donde exploraba tajantemente lo turbador y alienante del individuo, para la muestra ‘Caché’ o ‘Funny games’, aquí decide tomar calma y  sondea una conjetura que todos hemos tenido la osadía pretenciosa de pensar, la incertidumbre del envejecer. Casi traspasando la ficción en un realismo desgarrador, que seria pretencioso siquiera imaginar o cavilar incluso. 

Su conseguida narrativa pausada en alargados planos sencillos, estilo afirmado en Haneke, solo genera continua impotencia ante lo contemplado. El desasosiego se convierte en escozor gradualmente, que deja anonadado al espectador todavía entre cortes y tomas secas. Las transiciones son prescindibles para un director en plena conciencia del desolador panorama sentimental y las barreras ajenas a la dupla protagonista.

Un existencial relato con escaso analgésico contra un dolor más allá de la carne, que tiene un desenlace tan amplio y subjetivo como la vida misma. Fortalecido en escenas meditadas nada superfluas. Por ello háganse un favor mis queridos lectores, al concluir este ultimo párrafo vayan al cine o busquen su formato casero predilecto y déjense llevar.

Por OSCAR CABRERA




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