CLÁSICO - LA CHICA DE LA FABRICA DE CERILLOS - CRITICA



Guion y Dirección: Aki Kaurismaki
Genero: Drama
País: Finlandia/Suecia
Año: 1990

Perteneciente a la trilogía del proletariado, formada por esta, ‘Ariel’ y ‘Sombras en el paraíso’.

Una solitaria Iris trabaja en una fábrica de fósforos realizando la rutina de control al etiquetarse las cajas. Luego de su jornada, debe soportar en casa la falta de cariño del padrastro y su madre. Por las noches sale intentando divertirse, sin embargo se conforma con alguna ínfima señal de contacto humano; tal falta de experiencia le pasara factura, tomando un rumbo oscuro.

Estaba expectante y al finalizar los créditos me atrapo. Pero no con un primer plano o un monologo como usualmente me gusta para captar la atención, sino que de manera calma y llevadera tenemos una secuencia montada con fluidez como introducción al espacio, que ya de por si es opresivo, aunque también nos sirve como símil a la desoladora situación de su protagonista. En un pulcro minimalismo  donde la diégesis musical manejada con ironía y lo prescindible del dialogo en planos extensos, presenta situaciones sofocantes por la frialdad de los acontecimientos. Con personajes indiferentes e inclusive endurecidos dentro de un estatus quo agobiante.

La tensión se consigue cuando Kaurismaki nos desgarra con la tragedia de esta mujer cohibida, tan solo captando su cotidianidad enfermiza sin artificios dramáticos. En un lenguaje sobrio y dispuesto al efecto Kuleshov,  miramos casi anonadados  como el último destello de confianza y esperanza  se desvanece en ella, dejándonos extenuados con sus silencios matizados. Aquí en su minuciosidad al detalle concreto, menos es más.

Inmediatamente cuando observe los encuadres en trípode y paneos cuidados, saque de mi archivo cinéfilo a Jim Jarmusch con sus “Tiempos muertos” o momentos no dramáticos, que a pesar de las diferencias comparten el hecho de poseer personajes viviendo en un lapso muerto.  No saben donde ir, con certeza del fin.

Podrá pecar de fallas en sus disolvencias para mí, pero este alegato contra el lado negativo del modernismo industrial-social, logra importarnos gracias al elemento humano carente de solidaridad o afecto en constante vigencia. Sus elementos realmente confluyen para formular cuestiones y germinar ideas, evitando la provocación arbitraria. 

Por OSCAR CABRERA

FRAGMENTO




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