CULTO FILMICO - SCOTT PILGRIM VS. THE WORLD - CRITICA



Dirección: Edgar Wright
Guíon: Michael Bacall y Edgar Wright
País: EE.UU/Canada
Género: Comedia romántica/Aventura
Año: 2010

Basada en la serie de novelas graficas por Bryan Lee O’Malley.

Scott Pilgrim tiene 23 años y vive en Toronto. Es bajista en la banda Sex Bob –omb y sale con una chica de 17 años que va en preparatoria; a falta de algo mejor que hacer por estar desempleado. Tiene sueños con una chica en patines, se obsesiona con ella, hasta descubrir que existe y se llama Ramona Flowers. Deciden salir juntos después de un comienzo particular, cuando se complican las cosas para ambos, pues ahora este holgazán debe luchar contra los siete ex novios de ella para continuar su relación.

Su argumento es gustoso, acoplando -en incrementado valor expresivo- elementos ajenos como las líneas cinéticas u onomatopeyas del comic en la acción a modo de un videojuego plataformero de 8 y 16 bits, materializando percepciones culturales e incluso el sentir la zozobra vital en unos caracteres no solo definidos, sino prósperos a pesar de su trivial base en este híbrido de la comedia romántica. En otras palabras, metalenguaje puro.



Scott resuelve sus contradicciones internas, temores y aversiones al valorarse, siendo consciente de sus virtudes o falencias emocionales para compenetrarse con alguien más que le permite aflorar su potencial y definirse como individuo, ahí es donde Ramona entra en forma de antitesis complementaria. Es discreta y distante, aunque en verdad tiene una insondable sensibilidad, cuya importancia adquirida por la experiencia no se la da a cualquiera, por desgracia se la brindó antes a Gideon, lider de la liga de exnovios y desconsiderado bastardo, sin reciprocidad. Irónicamente a cuenta gotas surge con los destellos de sinceridad en Scott, volviéndose más considerada, vivaz y sensata, conservando su carácter. Ambos toman responsabilidad de sus acciones y recobran la voluntad para pelear por aquello que los fortalezca, cada uno a su manera.

Como en una viñeta, la extravagante pareja vibra junto a los demás personajes mediante una puesta en escena estilizada, que convierte signos reconocibles de la cultura popular ‘geek’ o ’ friki’  en algo casi global al introducir situaciones y sensaciones absolutas como la soledad, el valor propio, la determinación y el amor. Es un destacado estudio psicológico ligero que jamás pierde frescura..





El guion es audaz, concreto y único. Empleando cada herramienta técnica sin rastro de monotonía en su ejecución. La cámara no contempla, sino que se mete oportunamente en la mente ociosa del protagonista, que junto al montaje anímico con énfasis en lo intertextual, las piezas musicales ‘indie’ con temas geniales -entre ellos de Metric o Beck-  y un diseño de producción sobrio, busca  exprimir y dotar verosimilitud al abundante material de origen.

Un delirante e innovador espectáculo visual divertido, ingenioso y reflexivo nada grandilocuente, que recae en lo representativo y disparatado del acto humano por encima del entretenimiento efímero.

Por: OSCAR CABRERA







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