CLASICO - AKIRA - CRITICA



Basado en el manga homónimo.

Dirección: Katsuhiro Otomo
Guion: Katsuhiro Otomo y Izo Hashimoto
Género: Ciencia Ficción
País: Japón
Año: 1988

Neo - Tokio, 2019. Está al borde del colapso por la crisis social y política durante la reconstrucción posterior a los estragos de la tercera guerra mundial, mientras en secreto un grupo de científicos ha reanudado por orden militar encontrar sujetos que puedan controlar “el poder absoluto” como posible arma.

Por un extraño accidente terminan topándose con un joven llamado Tetsuo, motorista en una pandilla bajo el mando de otro chico, Kaneda; cuando se llevan a Tetsuo al laboratorio, Kaneda se propone junto a Kay, una chica miembro de un grupo subversivo a salvarlo. Luego junto con los demás habitantes de esta convulsionada ciudad, tendrán un destino sorprendente.


Debo empezar diciendo que esta obra es de las pocas que no han perdido frescura ni vigencia, pues agrupa esas profundas preocupaciones convulsas como seres sociales ante del "destino". Al ver la etiqueta de ciencia ficción e inmersa en sus componentes fantasticos, da una radiografía con precisión de cirujano de los alcances del potencial humano, pero no el ideal espiritual de una búsqueda interna, sino los escaños ególatras de la especie, constantes en el codiciado control endeble sobre lo que está fuera de su alcance.

Fanatismo religioso, corrupción política, abuso de las instituciones protectoras, manipulación científica guiada a la dependencia tecnológica y la ultra violencia, todos frutos de un Tokio degradado, pero camuflado en tenues como demostración de lo superfluo en nosotros. Barroco, sofocante y despiadado Cyberpunk, ¿que mas necesitan?



A pesar de su planteamiento hiperbolizado, siendo animada, observamos una aproximación metafísica propuesta sin una respuesta definitiva. Suscitando reflexión en este siniestro panorama al involucrar conceptos más que factibles sobre la evolución de la psique, e imaginar alcanzar la fuerza vital inefable que pudo darnos origen. Tetsuo como directo involucrado y "beneficiado" obtiene la fortuna de Prometeo, cuya caída es otro eslabón más de la soberbia humana.

Abordando los personajes, diré que son apropiados para su contexto, tienen señas de individualidad creando empatía cuando transmiten, destacándolos para no ser solo piezas o entes comunes a las que debemos seguir para reconocer los sucesos. Sin embargo si hablamos de plena construcción de personalidades sobresale obviamente Tetsuo, los demás como Kaneda o Kay están delineados apenas; aclaremos que era necesario, pues en la traslación del manga al celuloide debía sacrificarse algunos detalles para un lenguaje fílmico optimo. Lo que es incuestionable es el impacto de sus diálogos certeros, claros y a la vez profundos.



Su animación y diseños son sencillamente gloriosos, con secuencias tan estremecedoras como esperpénticas, sustentando su aporte para renovar el anime clásico al mantener un nivel de expresión fluida, como también transgresora. Influyendo en una narración constante con un delicado balance entre lo expuesto e implícito del relato distopico. Aporta además para crear este ambiente sórdido, opresivo y absorbente la banda sonora de Shoji Yamashiro,  brindando  envolventes notas que yuxtapone la percusión tradicional nipona con sonidos electrónicos.



En conclusión, Otomo logra aparte de trascender en la cultura popular occidental, evocar y cavilar sobre los antecedentes post –apocalípticos de su nación, enfatizando en el hongo nuclear. Tocando la fibra más profunda de la memoria colectiva japonesa.

Sera inevitable pensar en la referencia a otro clásico del ciberpunk, ‘Blade Runner’ de Ridley Scott, no obstante encontraran otras como a ‘La naranja mecánica’ de Kubrick. Compartiendo apropiadamente subgénero junto a otra pieza cumbre del anime moderno, ‘Ghost in the Shell’ de Mamoru Oshii.

Por OSCAR CABRERA

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