CLÁSICO - BETTY BLUE (37°2 LE MATIN) - CRITICA
Basada en la novela de Philippe Djian
Guion y Dirección: Jean Jacques Beineix
Género: Drama
País: Francia
Año: 1986
Zorg lleva una vida (casi) pacifica como encargado del mantenimiento de unas cabañas en la playa; ademas sostiene encuentros apasionados con una joven llamada Betty, quien desborda fervor en impredecibles actos. Un día ella encuentra unos cuadernos y queda encantada con sus escritos; al descubrir que Zorg es su autor, se propone determinada a sacarlo de su empleo e impulsar su talento como escritor, aunque se presentan escollos en el camino que cambiaran su rumbo de forma dolorosa.
Es una historia intensa y rica en lenguaje sobre una pareja
complementaria en una tortuosa relación, destrozada por un trastorno mental. Con
esta premisa como medio, tenemos ante nosotros una exploración de la
complejidad en las relaciones humanas. Los individuos involucrados manejan y
moldean su propia sensibilidad durante una búsqueda perseverante para
comprenderse entre ellos.
Betty y Zorg añoran un ideal de trascendencia, sin embargo
aquello inefable que los une no está en balance con sus divergentes deseos. El
se conforma sin herramientas de autoconocimiento con temor a enfrentar
la vida, mientras ella difícilmente canaliza su efervescencia única, que en
ausencia de un regulador propio de identidad, se vuelve inestable al no
adaptarse dentro de la situación.
No todo recae en el trastorno límite de la personalidad en Betty, ambos son seres dispersos, incapaces de centrar tanto juntos como individualmente sus esencias, e imposibilitados para sobresalir cuando se ha perdido por completo el candor inicial.
No todo recae en el trastorno límite de la personalidad en Betty, ambos son seres dispersos, incapaces de centrar tanto juntos como individualmente sus esencias, e imposibilitados para sobresalir cuando se ha perdido por completo el candor inicial.
La progresión de personajes está muy bien llevada en su desarrollo y son acordes al contexto. Los secundarios aportan bastante a la historia
añadiendo complejidad en los dilemas internos de los protagonistas,
transformando las situaciones relevantes.
Las escenas contemplativas en verdad las sentimos espontaneas, suscitando sentimientos en cada fotograma cuyas claves de composición estética y simbólica son reforzadas por estas interpretaciones. En serio vemos personas con complejidades y percepciones cercanas en acciones verosímiles, cautivando subjetivamente y sin prolongarse al captar lo implícito más rápido.
Las escenas contemplativas en verdad las sentimos espontaneas, suscitando sentimientos en cada fotograma cuyas claves de composición estética y simbólica son reforzadas por estas interpretaciones. En serio vemos personas con complejidades y percepciones cercanas en acciones verosímiles, cautivando subjetivamente y sin prolongarse al captar lo implícito más rápido.
El acoplamiento del montaje me resulta molesto en ciertas
escenas cuando en los enlaces no se dan transiciones apropiadas. Los saltos de
encuadre desconciertan en elipsis y continuidad cuando se podían atenuar,
disolver o crear nexos con algún elemento ideológico, incluso tonal para
mejorar el relato.
Concluyendo, un bello drama de fidelidad incondicional que
hace preguntar, ¿De qué sirve escribir sobre lo que pasa, cuando el marco de tu
ventana es tan reducido?
Por: OSCAR CABRERA
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