OLDBOY (REMAKE) - CRITICA
Director:
Spike Lee
Guion: Mark
Protosevich
Género: Drama/Thriller
País: EE.UU
Año: 2013
Joe Doucette es
ejecutivo en una agencia publicitaria, cuyo comportamiento es cuestionable por
su desagradable naturaleza, la cual toma fuerza cuando bebe y fastidia a todo
aquel que se le acerque. Una noche mientras caminaba ebrio, y sin recordar
cómo, es llevado a una aparente habitación de motel que en realidad es una
celda, donde permanece cautivo por veinte años. Luego es liberado sin
explicación y lanzado hacia una búsqueda obsesiva para descubrir quien planeo
tan cruel y retorcido castigo.
Una obra de culto como Oldboy
(2003) al ser tan popular y aclamada entre los cinéfilos - algunos la colocan
por encima de otras exponentes en la “nueva ola coreana”-, era lógico que un
remake llegara tarde o temprano por la maquinaria norteamericana; aunque nadie
fue advertido al saber que el responsable para adaptar la cinta dirigida por Chan Wook -Park seria Spike Lee. Generó gran interés saber
cómo el estilo del realizador oriundo de Georgia funcionaria en una historia así,
y cuando finalmente la mire, fue curioso que a pesar tener reciente en mi
memoria la original, esta me estremeciera e incluso sorprendiera aún más. Lee
hizo ciertamente un mejor trabajo que Wook -Park en contados aspectos, sin
embargo queda a medio camino de la total experiencia fílmica.
Del célebre cineasta coreano he visto increíbles trabajos de
una densa carga psicológica, ligada con experiencias perturbadoras. Sumerge a
sus personajes en situaciones aberrantes y a veces claustrofóbicas
emocionalmente, para cavilar en los rincones abyectos de una psique deformada; sobrepasando las genéricas etiquetas, como la
del antihéroe por ejemplo. Sympathy for
Mr. Vengeance y Sympathy for Lady
Vengeance –que integran parte junto a Oldboy una trilogía sobre la venganza- o Cut, gran segmento del largometraje Three Extremes, son muestras de un
peculiar horror introspectivo que sobresale de la consternación efímera en otras producciones occidentales.
De antemano sería un error juzgar esta visión como una mera
treta comercial, cuando en realidad prefiero verla por su aporte
complementario. Tiene obviamente un desarrollo más convencional y orientado al
thriller directo, a diferencia de la original repleta de ambigüedad pausada con
apuntes metafóricos. Eso no significa que su progresión sea sencilla o de fácil
digestión, pues también posee momentos que rozan lo onírico, sin perder jamás
su dinámico ritmo; claro son simbolismos breves, pero lo acontecido lleva hacia
algo concreto. Por supuesto, se presentan ciertos saltos de escena que
desconciertan, aunque sutiles gracias al buen montaje. En verdad seria
fascinante ver la primera versión de tres horas propuesta por Spike, y si al igual
que esta el pulso narrativo mantiene la tensión.
Su mayor virtud es la impecable dirección de actores, algo frecuente en Lee, y que desemboca en una construcción de personajes cercanos; basta con resaltar el trabajo esplendido de Josh Brolin como protagonista, junto a una correcta Elizabeth Olsen y un magnético Sharlto Copley. Tienen identidad y motivaciones mejor sustentadas que en la original, donde se preocupaban más en establecer una lírica oscura interesante – con momentos brillantes- , aunque a veces distante por la falta de conexión con los seres abordados, fueran pueriles o no. Tal vez se deba a los cánones interpretativos en corea, no obstante lo que respecta a la presente cinta, nos involucra con mayor destreza por su vibrante lenguaje. Quiero solo dar una queja... ha sido una lástima desaprovechar así a Samuel L. Jackson, en serio.
Ligeramente molesta resulta su exploración algo parcial de la maldad, aun así evita
llegar al juicio moral. Me explico, puede que presente interacciones
predecibles con ciertos convencionalismos sentimentales, sin embargo apela a la
subjetividad del espectador a la hora interpretar las acciones y elecciones. La
cuestión radica en que la película per se sugiere –mas no impone- que ruta
tomar. Nunca juzga a los involucrados, pero predispone y limita sobre lo que
sería malvado o aberrante. Es una percepción digerida sobre los alcances del “mal”
y la venganza parcialmente abierta. De nuevo, al contrario de la visión coreana
que nos sobrecogía al tener un prisma totalmente amplio y relativo sobre tales
conceptos, sin las restricciones de la moralidad.
En cuanto a su amalgama estética, el realismo estilizado
recurrente en Spike cuaja de manera sobria y sirve de contraste ideal frente al
sombrío y crudo contexto. No abusa de la violencia explícita, solo cuando lo
requiere y de alguna forma el gore resulta elegante. La cinematografía es
atrayente, sobre todo cuando vemos de nuevo sus “dolly shots” que yo comenzaba a extrañar. Se le abona que intentara
salir de su zona de confort, imprimiendo ese estilo característico para
demostrar que aún tiene combustible. Una pena que no trabajara con un guion
sólido, similar al caso de Wook-Park cuando filmo su primera incursión en
estados unidos, la rescatable Stoker.
No es un remake memorable, pero resulta entretenido y
sorprende la valentía en sus decisiones argumentales fuera del Hollywood
estricto más recalcitrante, sobre todo en su segunda mitad, donde preserva la
conclusión parecida a la perspectiva oriental. Este enfoque maneja una esencia
claramente japonesa, lo cual hace pensar claramente que la inspiración del
cineasta americano en el Manga realizado
por Garon Tsuchiya y Nobuaki Minegishi fue bastante
considerable.
Como obra independiente brinda un viaje nebuloso y visceral, una bofetada nada menguante, y ambos filmes son efectivos a su manera al indagar en los actos y sus consecuencias.
Como obra independiente brinda un viaje nebuloso y visceral, una bofetada nada menguante, y ambos filmes son efectivos a su manera al indagar en los actos y sus consecuencias.
Comentarios
Publicar un comentario