CULTO FÍLMICO - FORBIDDEN ZONE (LA ZONA PROHIBIDA) - CRITICA




Dirección: Richard Elfman
Guion: Richard Elfman, Matthew Bright, Nicholas James, Nick L. Martinson
Genero: Comedia/Fantasia/Musical
Pais: EE.UU
Año: 1980

Francamente es innecesario intentar explicar su “historia” pero ahí les doy lo básico: se trasladan a su nuevo hogar en California la atípica familia Hércules. Frenchy, la hija menor, se aventura a la bodega trasera donde encuentra una puerta; abriéndola descubre el trecho a la sexta dimensión habitada por personajes extraños y donde pasan sucesos aún más raros.

Estrambótico, delirante y dadaísta vehículo de lucimiento para Oingo Boingo, grupo musical liderado por Danny Elfman, en su etapa pre-Burton, que eran bastante experimentales al condimentar art punk, ska, jazz, o rock. Imprimiendo una fantástica banda sonora a un metraje osadamente dirigido por el hermano de Danny, Richard.

No esperen algún tipo de sensatez o coherencia, aquí tenemos una antología de lo absurdo muy disfrutable, cuya línea argumental dispersa sirve de mera excusa para mostrarnos una sátira social con extravagantes referencias contraculturales características del estilo pop.  

Si queremos etiquetar esto, digamos que es una “comedia musical”, aunque sería ridículo clasificar semejante  desmadre repleto de genuino carisma, en verdad me encantó lo bien que se mantiene al avanzar, jamás se torna aburrida y la riqueza alegórica es hilarante. Tan desinhibida para su momento que no necesita dar explicaciones, solo plasmar los fenómenos de su tiempo en una atrevida ejecución. Sin embargo su encanto la vuelve atemporal por los simbolismos alusivos y bastante directos al sexo, la religión, el consumo, el totalitarismo capitalista, etc.

Totalmente exagerado y bizarro su conjunto por la estética tan conseguida, que proyecta aún más los chistes aleatorios e inclusive gamberros. El diseño teatral  y ciertos recursos como sus fantásticos segmentos animados con una que otra toma en stop-motion en los actores, son destacables sin opacar lo demás. La puesta en escena y el tono actoral me recuerda por momentos a la sabrosa ‘Desperate living’ de John Waters.

Es innegable que las interpretaciones parecerán pésimas, pero cumplen al  burlarse del contexto e Incluso las coreografías musicales son un perfecto contraste por lo dinámicas y complejas que son. ¡Por dios, las canciones son estupendas!

Definitivamente un espectáculo alternativo con todo el potencial para convertir una tarde convencional, en un goce desenfrenado para los sentidos. A veces la razón esta sobrestimada,  solo dejen los tabúes impuestos y sumérjanse en la zona prohibida.  

Por OSCAR CABRERA



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