CLASICOS - EL CIELO SOBRE BERLIN - CRITICA



Dirección: Wim Wenders
Guion: Peter Handke, Wim Wenders y Richard Reitinger
Género: Drama
País: Alemania/Francia
Año: 1987

Un par de ángeles deambulan por Berlín observando a sus habitantes, intentando reconfortar penas; pero el deseo de una existencia mortal es inmenso en uno de ellos, está preparado para sacrificar su eternidad.

Si pudiera definir brevemente este film, sería como una transmutación sensorial al celuloide, es decir, una abstracción de los sentimientos más universales en el contexto de la realidad alemana durante los ochenta. La cámara nos lleva de la mano para contemplar unos seres melancólicos cuyas cicatrices son más prominentes que las agrietadas y lúgubres estructuras de la ciudad, explorando el cambio ambiguo de la nostalgia al estado de ingenua esperanza en almas heridas que claman su inocencia perdida. Todo esto plasmado en encuadres metafóricos con monólogos poéticos genuinos e inclusive mordaces.

El desarrollo narrativo no es llevado por un personaje principal o acontecimiento único que establezca una estructura concreta, es una mirada omnisciente subjetiva para la audiencia sobre individuos cuyas barreras se han convertido en identidad que puede resultar refrescante ahora, cargando en soledad sus aflicciones con destellos de optimismo reafirmado. Para alguien acostumbrado al acelerado ritmo de los films recientes, le parecerá tediosa si no da oportunidad a escenas de meditación.

La pulcra composición visual logra potenciar la búsqueda interna profunda, consiguiendo conmover cuando nos identificamos. El ángel cumple acertadamente el rol como símbolo del anhelo para una conexión propia, exaltando el reconocimiento personal y como este puede brindar la fortaleza para continuar luchando. Exalta una renovada admiración por el espíritu humano en cada toma.

Presenta diálogos fluidos y resolutivos, imprescindibles para entender a los personajes involucrados y de manera coherente lograr relevancia mientras avanza la historia. No quiere decir que tenga una progresión normal, esta depende de los cambios estéticos, sobre todo en la fotografía que pasa de la monocromía de grises al multicolor; cuando el ángel escoge la vida mortal, el relato se vuelve más cercano, ágil y contrastado con el pausado ritmo existencialista anterior.


Les dejo la tarea a ustedes cuando la vean que saquen su propia conclusión, pues de mi parte sentiría pretencioso generalizar una obra que pluraliza detalladamente la condición humana.

Por OSCAR CABRERA


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